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Que un colectivo de artistas del siglo XXI retome
las técnicas del arte mural en clave contemporánea pero con referencias a una
secuencia estética que viene de lejos, y que lo haga desde el Uruguay y
con rigor, eficacia y calidad, no es un hecho para nada común. Y más cuando
comprobamos que la propuesta de este grupo creativo marca una clara distancia
con el grafiti callejero, tan habitual hoy.
Los objetivos marcados en la tarea que estamos comentando son bien claros; modestos si se quiere aunque de enorme trascendencia. Se parte en primera instancia del antiguo arte del mural, incorporando sus técnicas y la evolución de las mismas, tomando como referencia insoslayable la tradición latinoamericana. Por detrás de este trabajo que viene realizándose en tantos barrios montevideanos, proyectándose además a otras ciudades del país y a lo regional, está la lección de los grandes muralistas mexicanos, pero también el aporte –diverso pero complementario- de la Escuela del Sur de Torres García y sus nada desdeñables experiencias. En tales fuentes nutricias se apoyan estos artistas para realizar sus proyectos colectivos. Pero además la tarea que tan bien llevan adelante juega con otros componentes que le dan todavía mayor interés y validez. Cada uno de los murales homenajea a un artista plástico significativo del pasado cercano uruguayo. Entonces: el rescate de una modalidad expresiva muy apta para un desarrollo expresivo de vocación popular, al servicio de un riguroso trabajo de evocación y recreación de figuras de nuestra plástica. |
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Pero hay otro elemento que singulariza a este
colectivo: las figuras elegidas no son los más previsibles o conocidas. Por
el contrario, optaron de un conjunto significativo y valioso de artistas que
revitalizó la pintura mural sobre la mitad del siglo pasado, y que lo hizo en
clave no figurativa. Entre otros: Américo Spósito, Miguel Angel Pareja, Oscar
García Reyno, Amalia Nieto, María Freire.
Triple apuestas podríamos decir: Por la Abstracción y sus cultores en nuestro medio, corriente que hoy parece ser la cenicienta en el antojadizo canon crítico local. Por muralistas valiosos, innovadores y poco reconocidos, como Miguel Angel Pareja. Por artistas inquietos –vanguardistas en el mejor de los sentidos- que ensayaron en su momento nuevos lenguajes visuales, no perdiendo de vista nunca el acercamiento democrático a la gente. Un manifiesto implícito, que habla de los homenajeados pero también, y sobre todo, de estos creadores de hoy y su postura ante el propio quehacer y su inserción social. Nota: Esta apreciación crítica tuvo como motivo el trabajo –en las calles de Montevideo: en muros de escuelas, viejas estaciones de luz, y en el hospital Saint Bois- del colectivo de artistas plásticos Arte en la Escuela. |
Alejandro Michelena
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